27.11.12

Vivir en los pronombres

Algunas personas vivimos en las palabras. Qué alegría vivir en los pronombres, dijo Salinas. Mi vida se cuenta en canciones y poemas. Algunos me acompañan desde siempre y vuelven cuando se les necesita.

Cumpliendo con mi oficio
Piedra con piedra
Pluma a pluma.
pasa el invierno deja
Sitios abandonados,
Habitaciones muertas:
Yo trabajo y trabajo
Debo substituir

Tantos olvidos
Llenar de pan las tinieblas
Fundar, otra vez, la esperanza.

Pablo Neruda.
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LA VOZ A TI DEBIDA
Versos 494 a 521. Pedro Salinas.


Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!

Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;

yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
«Yo te quiero, soy yo».

11.11.12

Y hoy... Por fin te encontré, Ismael.

Sobre gustos colores. Y nos pueden gustar muchas cosas que pueden no tener nada que ver, al menos en lo superficial.

Yo siento debilidad por Ismael Serrano, sus letras, sus canciones, su sensibilidad (que no sensiblería), su compromiso, su humanidad; y lo mismo por su padre Rodolfo Serrano, al que tuve la suerte de conocer en su etapa cordobesa, y me facilitó dos entrevistas telefónicas con Ismael.

Pero a lo que iba. A ti te podrá gustar o no, pero yo creo que tiene la palabra exacta, sabe nombrar las cosas como no hubieras pensado y te da donde más duele. Tiene una oración para cada momento amargo de tu vida y también para poner el dedo en la herida de este mundo que es una zona cero que calla, como diría él.

Lo he visto en concierto creo que tres veces, en Córdoba y en Cádiz, la última hace poco más de cuatro años. Hoy toca concierto en su Madrid, que ahora también es mío.

Ismael me ha acompañado en mi vida, sobre todo en los momentos en que más calma necesitaba y me ha hecho encontrar algunos amigos (ciberamigos) sobre todo en Chile. Me acompaña desde, al menos, 1999, cuando fui a verlo a un concierto de Izquierda Unida en Córdoba. Fui sola. Tenía 18 años.

Él me ha dijo que "todo marcharía bien" en los momentos más desesperados, me dijo que nunca dejara de buscar lo que quiero y amo con la excusa cobarde de culpar al destino. También me vio contar monedas, no para comprar cigarros, pero sí para comprar el bonometro o tomar una cerveza. Me ha visto cuando he querido atar bandadas de gorriones a mis muñecas para irme muy lejos de aquí y huir del muerto que encerraba. Vio como el virus del miedo me mordía y no quería responder al teléfono, pero le escuché y dejé que se me erizara la piel porque, como saben, sucede que a veces tras los expedientes de regulación y las agujetas en las alas algo te rescata del naufragio aunque no siempre sea viernes ni siesta de verano... ni tampoco nos saluden ya por los bares de Malasaña...

Pero también me acompañó cuando por fin te encontré  y conoce mejor que nadie esta costumbre mía de amarte y de dormir en el lado de derecho.

Hoy voy a verte de nuevo, hoy revolución.