11.7.11

11 de julio de 2010

El optimismo y el orgullo nacional que el Mundial dieron a España hace un año fue enorme pero no duró demasiado, en parte, afortunadamente. Muchos despertaron el 15 de mayo. Hoy necesito una buena dósis de optimismo como el del 11 de julio de 2010 porque me cuesta encontrar la esperanza o será que no sé buscarla...
Desde esta tele vi la final.
Es la magia del fútbol y el deporte. El circo te hace olvidar por algunos instantes la infelicidad que nos rodea.

Cuando Iniesta marcó el gol, unos se marearon, todos saltaron, nos abrazamos, lloraron unos, otros nos quedamos mudos y nos entraron las prisas por oír el pitido final. ¿Podrá repetirse esto el año que viene en la Eurocopa? Sería demasiado ya, después de 2008 y 2010.

A este lado de Madrid

Barrio de La Latina.
Después de un tiempo desaparecida, de intensos cambios internos y externos, de un proceso que parece que ha llegado a su fin, vuelvo para dar un nuevo sentido a este espacio.

A este lado del Estrecho, es decir, yo se ha mudado a Madrid. Después de mucho tiempo (o no tanto) de idas y venidas, todas mis circunstancias se trasladan conmigo a este punto céntrico de España. La clave es renovarse o morir, intentar no estancarse por más complicado que pueda ser el contexto. Volve a sentirse vivo. Y una prueba de que me siento viva es que de nuevo estoy actualizando el blog.

Me gusta vivir en la Latina y Lavapiés. Me gusta mi nuevo barrio, que no sé muy bien todavía cuál es, porque está entre Pinto y Valdemoro, en el límite de uno y otro. Como Drexler, mi casa también está en la frontera, como cuando vivía en Tánger.

Me gusta mi nuevo barrio, me gusta vivir junto a El Rastro. Me gusta oír a los marroquíes hablando en 'dariya'*. Es como vivir de nuevo en Marruecos, pero en mi país. A sólo 15 euros de mi casa. Me gusta el mestizaje de culturas, la gente en la calle a todas horas. Los chinos que se bajan un sábado por la noche a la plaza de Tirso de Molina con las hamacas, la nevera y la fiambrera como si estuviéramos en la playa o el campo. La gente que se busca la vida vendiendo cervezas. La gente que busca trabajo, españoles e inmigrantes. La gente que disfruta los domingos para acallar la extraña sensación de los domingos por la tarde. La vida, al final. Todo está lleno de vida en el que ya es mi nuevo barrio.

Los acentos diferentes, los matices, los tonos de piel, el vecino de abajo que ronca. La chica que grita cuando tiene un orgasmo. Las palomas que no te dejan dormir. Los vecinos de al lado, las nuevas caras, los nuevos y futuros amigos.

Sólo hace falta encontrar algo que me mantenga aquí más de un par de meses, aunque está muy difícil. Poderoso dios Don Dinero. Como dijo Sabina, "El único dios verdadero".






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*Dariya: árabe dialectal marroquí.