14.4.13

El día que tú naciste

Nacemos un día. Podría haber sido cualquier otro. De cualquier año. Pero es ese día. Y mi padre supo que, además de los tres hijos varones que ya tenía, iba a tener, tenía ya, una hija. Lo que llevaba esperando desde "siempre". Antes, en los 80, el sexo no se conocía hasta que llegabas al mundo.

Cuando eres pequeño crees que tu cumpleaños es tu fiesta por excelencia, tu día. Todo el mundo "debe", está obligado a felicitarte y a saber que ese día es tu cumpleaños, así que si no lo sabe, se lo dices, y por tanto, ahora que lo sabe, debe felicitarte... Luego creces, y eso va cambiando un poco, pero sigue siendo TU FIESTA. Los botellones con los amigos, los regalos. Sigue siendo tu día.

Pero cuando creces y creces, hasta el punto de que quizá has madurado, te das cuenta de que realmente ese día es más el día de tu madre, que fue la que te trajo al mundo con esfuerzo y dolor. El día de tu padre, que te estuvo esperando durante meses o quizá años. Y es el día también de tus hermanos que te esperaban en casa para jugar o para mirarte en la cuna, para intentar cambiarte los pañales, aunque no los dejaban. Entonces, ahora entiendes que ése nunca fue tu día. Sí, lo es, pero el mérito no es tuyo. La gente que sabe que es tu cumpleaños te muestra su afecto, su alegría porque un día determinado hayas nacido y estés entre ellos. Viéndolo así es realmente bello.

Pero tú, que ya has vivido más de treinta aniversarios, piensas. ¿Qué he hecho durante el año pasado y durante la década anterior para merecerme estas felicidades? ¿He hecho realmente algo interesante, digno de ser incluido en ese "felicidades"? Probablemente, no, probablemente, sí. No le daremos más vueltas, pero ahora las preguntas son más que las respuestas.

Los niños preguntan a los adultos infinidad de cosas cuando en realidad cuanto más maduramos menos sabemos. "Sólo sé que no sé nada". Y respondemos a los niños con mentirijillas absurdas que ni ellos entienden pero dicen: "ah, vale".

¿Por qué papá ya no viene a dormir? ¿Por qué la abuelita ya no está? Entonces, ¿mis padres ahora son novios?

Y no nos queda nada más que decirles la primera verdad a medias, más bien mentira, que menos les duela. De todas maneras, no lo van a entender. No pueden. Tienen esa suerte.

Entonces, queremos volver a ser niños y celebramos sus cumpleaños con más ilusión que los nuestros propios. Les encanta apagar las velas. Se les ilumina la cara. Se vuelven locos con los regalos. Por el mismo motivo, les hablamos de los tres reyes magos de Oriente y mantenemos la ilusión. Por nosotros. Y sí, claro, por sus caras.

Entonces, mi último cumpleaños realmente ha sido de mis padres y de mis hermanos, de esas personas que cuando yo nací ya estaban y me esperaban en casa. La borrachera de mi padre cuando supo que después de tres niños, tuvo por fin a una niña. De ella es también su día. De mis primos, tal vez, y mis tías. Que estaban nerviosas y mis abuelas por que todo hubiese salido bien.

Ahora, que no soy madre, pero sí tía de 2 niñas y dos niños, y he visto a los hijos de varios amigos nacer. Entiendo todo esto. El cumpleaños de Blanca es el recuerdo de mi madre llamándome para decirme que ya era tita y el recuerdo de verme viajando en un tren de Cádiz a Córdoba para conocerla. El cumpleaños de Marta es el del día que la niña se adelantó y nos fuimos a comprar un regalo y nació un día de diferencia con su primita. Y luego el cumpleaños de Leo, ese sufrido parto y largo de dos días. Es el recuerdo de nervios y alegría de verlo y que todo estaba bien. Y el recuerdo de mi sonriente Pablito es yo haciendo una mudanza en Madrid y recibir la llamada de mi madre y hablar con mi familia. "No he estado para su nacimiento... bueno, pronto lo conoceré".

Y lo mismo con el nacimiento de Claudia y Sofía. Alegría y nerviosismo. Expectación. Por eso celebramos más sus cumpleaños que los nuestros.

Es el día de quienes nos quieren y nos esperaron.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Interesante enfoque... El día de los otros, algo así como "La vida de los otros", ¿no? Felicidades por ese punto de vista y ese montón de preguntas antes que respuestas... Es síntoma de que escudriñas la vida. Bien hecho :-)

Maribel dijo...

Gracias por tus palabras. Sí.... la vida de los otros...genial película :)

PD. Las respuestas pueden ser y son tantas que a menudo nos quebramos la cabeza buscándolas y al final, resulta que no tenía mucho sentido porque no hay una sola respuesta. El problema, creo, es que a menudo la necesitamos (la respuesta). Y es un error.

Un saludo anónimo! (seas quien seas ;)
Maribel