La wikirrevolución del jazmín.  
Manuel Castells 
Publicado en el diario La Vanguardia el 29 de enero de 2011.
  http://www.lavanguardia.es/opinion/articulos/20110129/54107291983/la-wikirrevolucion-del-jazmin.html
Las masivas protestas que derrocaron al dictador tunecino Ben Ali  muestran nuevamente el poder de los movimientos sociales espontáneos en  un entorno de comunicación digital. El proceso, que en menos de un mes  hundió un régimen sólidamente asentado desde 1987, ha seguido una pauta  familiar: un hecho dramático desborda la indignación contenida por el  temor, suscita manifestaciones que reprime la policía y de inmediato las  imágenes de represión y los mensajes de protesta se difunden en las  redes sociales de internet, amplificando el movimiento hasta que los  medios de comunicación no controlados por el Gobierno –en este caso Al  Yazira– informany retransmiten las imágenes ymensajes que cuelgan los  manifestantes en YouTube y otras webs. Conforme se difunde la protesta,  se activan las redes móviles, los SMS, los twitts y las páginas en  Facebook y otras redes, hasta construir un sistema de comunicación y  organización sin centro y sin líderes, que funciona con suma eficacia,  desbordando censura y represión.
En pocos días, decenas de miles de personas se unieron a Facebook y  otras redes sociales. El grupo más popular en Facebook se llamaba “Su  gente se está quemando, señor Presidente”. Y eso que ahora los gobiernos  ya están avisados y ponen en marcha la ciberguerra y la censura en  internet, borrando información en Facebook y bloqueando páginas de  activistas, quienes respondieron con humor llamando al “Error 404”  –característico de una interferencia informática– el “Ammar 404”, nombre  del censor jefe. Pero cuando se desencadena el poder internauta es  difícil contenerlo, como muestra la difusión viral de un videoclip del  rapero Ben Amor, el General, que animó a los jóvenes a protestar. Y es  que la conexión entre juventud y la cultura de internet está en la raíz  del nuevo poder popular: en Túnez, como en muchos países musulmanes, la  mitad de la población tiene menos de 25 años.
Por eso podemos hablar de wikirrevolución. O sea, de una revuelta  cogenerada sin estrategia central, por la simple indignación de miles de  jóvenes dispuestos a arriesgar sus vidas. No tanto, como se ha escrito,  por el efecto de la revelación de cables estadounidenses por Wikileaks  sobre la corrupción del régimen. Porque los tunecinos no necesitaban a  Wikileaks para saber la corrupción profunda de su gobierno (la familia  controlaba la mitad de las grandes empresas del país). La chispa que  encendió la hoguera provino de la rabia subsiguiente a la autoinmolación  del joven vendedor ambulante Mohamed Buazizi en la ciudad de Sidi  Buzid. Y su suicidio fue un último grito contra la humillación cotidiana  a que le sometía la policía local.
En ese gesto de morir por su dignidad se reconocieron muchos jóvenes,  incluido otro del que se habla menos, Lahsin Naji, que se electrocutó  colgándose de un cable de alta tensión en Sidi Buzid mientras gritaba:  “Basta de miseria, basta de paro” (el paro juvenil rebasa el 40%).  Cuando la policía ocupó Sidi Buzid, la revuelta se extendió por otras  ciudades hasta llegar a Túnez. Y cuando, tras 72 muertos, se dio orden  al ejército de disparar, los jefes militares se negaron y se  interpusieron frente a la policía política. Conforme se difundían las  revueltas, la televisión por satélite, que tenía la mitad de la  audiencia frente a la infumable propaganda televisiva oficial, empezó a  difundir reportajes especiales –en particular Al Yazira–, pero también  la BBC en árabe, France 24, Al Hiwar y otras, captando la atención del  mundo árabe (curiosamente mucho menos en el mundo occidental, pese a la  emisión en inglés y francés). Al Yazira creó un sistema interactivo con  la información difundida por internet por los propios ciudadanos,  usándolos como fuente documental y también organizando grupos en  Facebook, y transmitiendo directamente a los móviles de forma gratuita.  Así parece emerger el nuevo sistemade comunicación de masas construido  como mezcla interactiva y multimodal entre televisión, internet, radio y  plataformas de comunicación móvil. La comunicación del futuro ya se usa  en las revoluciones del presente.
Obviamente, no es la comunicación la que origina la revuelta. Esta  tiene causas profundas en la miseria y la exclusión social de buena  parte de la población, en la pantomima de democracia, en el oscurantismo  informativo, en el encarcelamiento y tortura de miles de personas, en  la transformación de todo un país en la finca de las familias Ben Ali y  Trabelsi con el beneplácito de EE.UU., los países europeos y las  dictaduras árabes. Pero sin esa nueva forma de comunicación la  revolución tunecina no hubiera tenido las mismas características: su  espontaneidad, la ausencia de líderes, el protagonismo de estudiantes y  profesionales, junto con los políticos de la oposición y los sindicatos  jugando un papel de apoyo cuando estaba el proceso en marcha.
Es más, el efecto directo de la caída del régimen ha sido una  extraordinaria primavera de libertad de prensa. El insufrible canal 7 se  convirtió en Televisión Nacional Tunecina e informa con independencia,  como la popular radio Mosaique y los principales diarios Al Churuk y Al  Sarih, que ahora exponen en titulares la corrupción del régimen una vez  que los periodistas echaron a los directores. Esta comunicación libre  hace difícil a los políticos de la transición manipular el proceso como  quieren. Cada intento de gobierno continuista se encuentra con una  oleada de informaciones sobre los nuevos líderes que alienta la  persistente protesta popular contra un cambio de fachada. De modo que,  aunque, como siempre en la historia, los mismos perros con distintos  collares y con los mismos amos se aprestan a retomar el poder, la  revolución del jazmín no será tan fácil de doblegar porque es una  revolución basada en la libre comunicación. Quienes mejor lo saben son  los regímenes árabes que están en estado de alerta. Ya ha habido diez  autoinmolaciones de protesta en Egipto y otros países, las  manifestaciones se suceden, internet se puebla de llamamientos y debates  y Al Yazira gana audiencia en una juventud que siente el embriagador  aroma de la libertad.
11 artículos para entender la revolución árabe. El País, 3/2/2011 
http://www.elpais.com/articulo/internacional/Once/articulos/entender/mejor/revuelta/egipcia/elpepuint/20110202elpepuint_22/Tes

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